Rhodiola rosea

La Rhodiola rosea ha sido estudiada extensamente en los países escandinavos y en Rusia durante más de 35 años y se clasifica como un adaptógeno debido a su capacidad para aumentar la resistencia a factores de estrés químicos, biológicos y físicos. Las propiedades adaptogénicas de la Rhodiola se atribuyen principalmente a su capacidad para influir en los niveles y la actividad de los neurotransmisores y los aminoácidos que imitan el efecto de los opiáceos, como las beta-endorfinas, en el cerebro. Debido a que es un adaptógeno y no un opiáceo, la Rhodiola tiene el potencial de normalizar los neurotransmisores en el sistema nervioso central sin causar somnolencia ni fatiga. Ayuda a mantener niveles normales de sustancias químicas en el cerebro, pero no los afecta aún más cuando ya son normales.

Los estudios han encontrado una mejora en el rendimiento mental en médicos que trabajan en turnos nocturnos y que fueron suplementados con Rhodiola. Además, los estudiantes de medicina que tomaron Rhodiola durante los períodos de exámenes informaron de una mejor concentración y rendimiento, así como de un aumento en el bienestar, mejora del sueño y mayor estabilidad del estado de ánimo.

Los estudios realizados en Rusia sugieren un papel positivo para la Rhodiola en situaciones caracterizadas por una disminución en el rendimiento laboral, mala apetito, trastornos del sueño, irritabilidad y fatiga.